Carta abierta a la concejalía de Protección Animal
Hablando de política y de los últimos plenos, quiero aclarar varios puntos tras los insultos y acusaciones a los que me he visto sometido.
1 Nov, 2022

Es una buena noticia que, por fin, y coincidiendo con la presión social y las demandas del mundo animalista del último trimestre, la Concejalía de protección Animal de Torrevieja se haga cargo, de una vez por todas, del albergue municipal. Se informa de un nuevo protocolo de actuación así como de la contratación de personal indispensable para el buen mantenimiento y desarrollo de la gestión, de momento municipal, del centro de recogida de animales.

También es una gran noticia que se haya afirmado que » El proyecto ha sido aprobado en junta de gobierno local y está a la espera de adjudicación del contrato marco que va a realizar las obras » tras más de un año. Ahora bien, estamos pendientes de cuando ocurrirá ya que no hay tiempo límite para hacerlo y, no sé si realmente dará tiempo a realizarlo en este mandato, como otras contrataciones que por un motivo u otro se estancaron y no verán la luz pero, seamos positivos y entendámoslo como un avance considerable a lo que teníamos en agosto.

Hablando de política y de los últimos plenos, quiero aclarar varios puntos tras los insultos y acusaciones a los que me he visto sometido.

Yo comprendo que la forma de actuar del Partido Popular es siempre la misma. Es parte de su ADN y está dentro del argumentario general.

El gobierno torrevejense jamás va a reconocer sus responsabilidades ni las omisiones de las mismas. Siempre la culpa la tiene otro y así, nos deleitan con sus famosos y anodinos “Y TÚ MÁS” en cada intervención que el alcalde o cualquiera de sus concejales realiza. 

Cuando se utiliza la personalización y el insulto, así como la incapacidad de reconocer las responsabilidades propias, es porque no existe ninguna argumentación lógica y sólida para defender una postura con lo que se deriva la atención hacia el opuesto con lindezas, lugares comunes, mentiras y tergiversaciones de la realidad pues de otro modo es imposible que la concejalía pueda justificar el fallo de protocolo y actuación que tuvo cuando ocurrió la muerte agónica del perro. 

Como oposición yo denuncié y reflejé el hecho, que es mi obligación como concejal, pero no de forma personalista e individual como la concejala quiere hacer creer, sino como muestra del colapso de la gestión de todos los integrantes que tenían que intervenir. Por supuesto, la concejala es la máxima responsable representando al alcalde, con lo que las peticiones, informaciones y denuncias pasaron y pasan por ella. 

Para hacer la personalización más efectiva, el victimismo funciona bien. Quita la relevancia sobre el hecho ocurrido que es lo importante, para tocar la fibra sensiblera de los seguidores y que se hable de ella y no de la negligencia de gestión. 

Los hechos se desarrollaron de forma imprevista y el tema se viralizó nacional e internacionalmente pues un partido nacional y varias asociaciones animalistas, se hicieron eco del tema. 

Cuando algo se viraliza en este mundo de internet, aparecen miles de “haters”, “capitanes a posteriori”, “salvadores del mundo” y los apasionados de las terceras condicionales “si hubiera sido yo habría…” y pueden convertirse en una pesadilla pues, por desgracia, hay mucha gente frustrada que solo puede descargar su ira personal juzgando a personas y situaciones sin saber nada de ellas para no enfrentarse a sus propios demonios.

Ése acoso lo hemos experimentado todos los que ejercemos cargos públicos y usamos las redes sociales para difundir mensajes pero, cada uno nos lo tomamos de forma diferente, dependiendo de nuestras circunstancias personales o el uso que queramos hacer de ese odio tan extendido. Es nuestra decisión, no de los que nos persiguen en redes.

Además, realmente es sencillo terminar con el tema. Es cuestión de admitir el error, pedir disculpas publicamente y organizar y publicar un protocolo concreto para que no vuelva ocurrir jamás. Ahí hubiese parado el bucle, como se le informó a la concejala a través de una nota. 

Pero, por desgracia la concejalía decidió ignorarlo y el ego superó a la razón. Quizá, el reconocer la negligencia o el fallo sería reconocer publicamente un error de gestión de partido y, en fin, ya sabemos todos lo que le pasó al Sr. Casado cuando decidió decir la verdad.

A mí me pueden seguir insultando, haciéndome feos en el ayuntamiento y en la calle que, sinceramente no me importa pues los que se retratan son los que lo hacen. Yo tengo la conciencia tranquila y no he acosado a nadie como se me acusa. Simplemente he hecho mi trabajo de fiscalización y seguiré hasta que se depuren las responsabilidades pertinentes.

Por cierto, mi misión no está en ir al albergue físicamente (que he hecho en cuatro ocasiones en el último trimestre) ya que no soy concejal de bienestar animal y, además, ni la oficina, ni las jaulas ni la gatera son accesibles. Tampoco es mi labor el saber el nombre de los dos perros que necesitan medicación (ni de los gatos que no mencionó que sí la necesitan varias veces al día)como supongo que la concejala tampoco sabe los nombres de los perros y gatos que tuve en acogida durante todos estos años ni de los tres perros adoptados que forman parte integral de mi familia pues, precisamente, ni a mi me compete una cosa ni a ella la otra. 

La justicia dilucidará las responsabilidades, efectivamente, con los dueños pero también con los responsables de la concejalía.

Nacho Torre-Marín

Concejal del Ayuntamiento de Torrevieja

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